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miércoles, 28 de junio de 2023

Opiniones

Las opiniones, al igual que las personas, pueden cambiar. No porque un día en un momento determinado lances una reflexión en voz alta, ya significa que vas a opinar del mismo modo por siempre. La gente cambia, evoluciona y, con ella, sus puntos de vista son diferentes. A través de la experiencia aprendes a ver las cosas de un modo distinto al que lo hacías habitualmente. No es malo cambiar de parecer, para mí, peor es defender una idea prefijada con la que quizás ya no estás de acuerdo, solo para quedar bien o para no afrontar la nueva realidad que se te presenta. Los pensamientos van y vienen y tanto si son dichos como escritos, ambos tienen el poder de ser modificados en algún instante porque nada es para siempre.

¿Qué motivos nos llevan a cambiar de opinión? Son varios, principalmente, el que he señalado con anterioridad: la experiencia vivida. Aprender de las circunstancias y de los contextos en los que nos movemos. Solo cuando vemos y vivimos un hecho concreto en primera persona, es cuando realmente podemos establecer una relación entre la verdad y nuestros pensamientos. Conocer a otras personas, sus puntos de vista, acercarnos a una realidad diferente a la nuestra, ponernos por un momento en su piel, nos permite ampliar nuestros horizontes y, por tanto, cambiar o modificar nuestra opinión personal. También la madurez, a consecuencia de todo lo vivido, nos ayuda a ver las cosas de otro modo, a reinventarnos, rebelarnos y querer reivindicar algo determinado. Con el paso del tiempo nos volvemos más exigentes, no nos conformamos con cualquier cosa, cambian nuestras prioridades y, por lo tanto, también nuestra forma de pensar y actuar ante hechos relevantes.

¿Todas las opiniones son válidas? No, sólo las que se dicen con respeto, las que se muestran con empatía, las que no buscan dañar, sólo transmitir. Respeto al dar y también al recibir. De hecho, hay opiniones que recibimos sin pedirlas previamente, aquellas personas que viven diciendo cómo debe ser la vida de los demás, cómo tienen que pensar y actuar. Eso no son opiniones, aunque las disfracen como tal. La delgada línea entre opinión y crítica... Las críticas son buenas si son constructivas, si tienen un trasfondo detrás, si nos ayudan, pero si su única intención es herir y destruir, debemos desecharlas. 

Tampoco son válidas las opiniones que no son opiniones, sino que en realidad se trata de una manipulación encubierta, donde el único objetivo es "llevarte a su terreno" y transformar tu opinión en una equivocada para que sólo persevere y tenga lugar la de la persona que la manifiesta primero. "Mi respeto hacia tu opinión termina cuando intentas inculcarme la tuya, sin respetar la mía". La diversidad de opiniones es necesaria, pero siempre desde una perspectiva respetuosa y empática. Es importante que expresemos nuestras opiniones, no callarlas por lo que puedan pensar los demás, ya que nunca sabes si con ella vas a lograr transformar la visión de otros. Nuestra opinión acerca de algo, refleja nuestra personalidad y pone de manifiesto nuestra actitud ante la vida, por ello, debemos compartirla.

¿Por qué es importante tener sentido crítico? No podemos quedarnos estancados, es cómodo fluir y vivir la vida que otros tienen preparada para nosotros, pero así nunca daremos verdadero sentido a la vida ni participaremos de ella plenamente.  Sin sentido crítico será más fácil manipularnos y obedecer con los ojos cerrados, pero el precio que pagaremos será demasiado alto porque al no tener voz, perderemos toda oportunidad de que nos tengan en cuenta y evitar que nos pisoteen. Sólo nutriendo nuestra capacidad de pensamiento propio lograremos detectar y resolver problemas, así como, tomar nuestras propias decisiones, decidir sobre nosotros mismos, hacia dónde dirigir nuestra vida y actuar en consecuencia.

"El sabio puede cambiar su opinión. El necio, nunca"

jueves, 30 de marzo de 2023

Nunca es tarde

Nunca es tarde para empezar de nuevo. Sabemos que la espera merece la pena, cuando volvemos con las fuerzas necesarias para afrontar nuevos retos. No importa el tiempo que pase, nunca será perdido porque mientras te encuentras escondido, buscándote a ti mismo, sabes que finalmente todo lo que has pasado, te habrá servido para hacerte mejor. Por lo tanto, no será perdido, sino invertido en ti, en una persona totalmente renovada, decidida y valiente.

Somos conscientes de que cada día muere y que, a su vez, cada día vuelve a nacer. Si uno es un infierno, nos queda el consuelo de que el siguiente no va a ser peor y que tenemos por delante más oportunidades para volver a intentarlo de nuevo. Dar carpetazo definitivo a aquello que no nos aporta nada positivo, sacar lo que nos hace mal, dar ese primer paso de un cambio sincero, que nos acerque a lo que queremos de verdad. Ser una persona mejor a la que fuimos hasta el día de hoy porque no hay que buscar ser mejor que nadie, hay que superarse a uno mismo.

Nunca es tarde para darnos esa segunda oportunidad. Cambiar nuestra forma de ver la vida, conocer gente nueva, abrirse a una realidad inédita, surcar nuevos horizontes y disfrutar, salir de la monotonía. Nunca es tarde para empezar un nuevo proyecto, volcar toda nuestra ilusión y dedicación en la consecución de nuevos objetivos. Metas que en un principio parecían inalcanzables, pero que con constancia, esfuerzo y fe se vuelven materiales y nos llevan al éxito profesional, junto con una transformación interna a la que llamamos crecimiento personal.

Nunca es tarde para aprender cosas nuevas, para poner en práctica nuevas habilidades, para probarnos y ver si somos capaces de aquello que tanto tiempo nos hemos negado. Porque hasta que no intentamos hacer algo, no vemos los resultados. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que sí somos capaces de realizar aquello que durante tanto tiempo habíamos rechazado o nos habíamos negado, simplemente por no sentir que lo podríamos hacer, con excusas como "eso no es para mí".

Nunca es tarde para aprender a valorarnos, a priorizarnos, a amarnos más de lo que queremos a los demás. Dedicarnos un ratito al día a nosotros mismos, mimarnos, escucharnos, ser conscientes de todo lo que somos. Al igual que hacemos con elr esto, dedicarnos tiempo de calidad, regalarnos un momento de introspección donde nosotros seamos los protagonistas y nos brindemos toda la atención que merecemos.

¿Cuál es el mejor momento? Cuanto antes, no hay tiempo que perder.


Nunca es tarde para volver a empezar. Nunca es tarde para ser feliz. 

jueves, 22 de diciembre de 2022

Vive y deja vivir

¿Por qué hay gente que se pasa la vida vigilando, controlando y criticando lo que otros hacen? ¿Tanto cuesta preocuparse de su propia vida, reflexionar acerca de sus propias acciones? ¿O es que les sobra el tiempo y necesitan invertirlo en tratar de destruir la vida de otros, en lugar de centrarse en mejorar la suya? Tendemos a pensar que lo que hacen los demás está mal, todo nos ofende, nos lo tomamos como si fuera por nosotros, cuando muchas veces nada tiene que ver. Todo es criticable, pero ¿por qué ensañarse? Si no te gusta algo, no le prestes atención, es así de fácil. ¿Tengo que cambiar yo mi forma de vivir, mi modo de expresarme solo porque alguien a quién no molesto lo más mínimo porque simplemente ignoro su existencia, asume que se siente ofendido o atacado? Este tipo de gente lo que necesita es ser el centro de atención y buscan cualquier medio para que les hagan caso. Son egocéntricos, se piensan que todo lo que los demás hacen o dicen va por ellos y no, todos somos personas, todos sentimos y a todos nos pasan cosas. Es más fácil y cómodo fijarse en lo que hacen los demás y criticarlo, que perder el tiempo en mirar dentro de uno mismo, analizar sus comportamientos y decidir qué hacer con su vida.

Se necesita más autocrítica, introspección, pensar en uno mismo, en cómo cambiar y mejorar cada día, desde dentro, sin mirar fuera. Crecer y superarse a uno mismo, sin perder el tiempo en intentar destruir a los demás. Enfócate en tu vida, en tus asuntos, en tu actitud y forma de afrontar los problemas, en tu manera de vivir la vida. Pensando en ti, mirando lo que haces tú y no el resto porque tienes que vivir tu vida, no la de los demás. Eso sí depende de ti, lo que hagan los demás no te tiene que importar porque no es tu asunto ni tu problema, vive y deja vivir. No puedes controlar al resto ni pretender cambiar a los demás, pero sí a ti mismo. Respeta, aunque no compartas una opinión, no intentes cambiarlo, asume que simplemente es así y si no te gusta, es tan sencillo como mirar hacia otro lado. Busca tu camino, sin intentar destruir el mío.

Vive y deja vivir... Que cada quién haga con su vida lo que le parezca, demos libertad a que cada quién decida por sí mismo qué camino tomar. Si miras a los demás y te centras en lo que otros hacen, sólo aparecerán sentimientos negativos como envidia, rencor o inseguridad. Por eso, no pierdas el tiempo intentando cambiar la vida de otros, si no estás a gusto, cambia la tuya. No exijas a los demás, exígete a ti mismo. No intentes destruir a los demás, constrúyete tú. No busques ni pretendas que los demás cambien sus vidas, si algo no te gusta de la tuya, cámbialo. No esperes que los demás te pidan perdón, perdónate tú tus propios errores. Nos busques el cariño fuera, quiérete a ti mismo. Solo así, centrándote en ti, podrás vivir en paz y disfrutar en plenitud de tu propia vida.


"Respeta la vida de los demás, aunque no estés de acuerdo y no entiendas sus razones. Saluda, sé amable, vive, deja vivir y aporta paz". Haz cosas que sumen, no que resten.

sábado, 7 de agosto de 2021

Soledad

Desde pequeños hemos aprendido que estar solos, apartados físicamente de los demás, es algo que nos hace sentirnos mal, excluidos, tristes y decepcionados. Pero, ¿siempre que piensas en la soledad lo enfocas de este modo? La soledad entendida como el acto de estar solo podemos verlo desde dos puntos de vista: el positivo o el negativo. 

Cuando lo vemos desde el punto de vista negativo, hacemos referencia a lo que ya hemos mencionado anteriormente. Ese sentimiento que aparece cuando sentimos que no encajamos en un grupo social, que no contamos con la aprobación de nuestra familia, la sensación de que nadie nos quiere a su lado... Muchas veces en realidad no es así, pero tendemos a percibirlo como algo negativo, que va ampliando su magnitud al alimentarlo nosotros mismos con pensamientos negativos de angustia y culpabilidad.

Sin embargo, desde el punto de vista maduro y positivo, podemos ver la soledad como algo bueno, un momento de crecimiento personal. Un espacio y tiempo que dedicamos a estar con nosotros mismos, conociéndonos, disfrutando de nuestra propia compañía, realizando actividades que también nos llenen. Un momento de reflexión en el que analizar las situaciones del día a día, plasmar en un papel (a modo de diario personal) pequeños análisis de nuestras actuaciones diarias, aquellas cuestiones a las que aún no damos respuesta y los logros que hemos alcanzado. Un ratito para conectar con nuestro yo interior, fortalecer los lazos de afectividad con nosotros mismos. 

Este tipo de soledad es necesaria y debe ser buscada porque es inevitable estar solo, no podemos pretender estar todo el rato rodeados de personas, también necesitamos momentos para nosotros mismos y aprovecharlo como mejor consideremos. Si alguna vez nos sentimos solos, debemos evitar pensamientos negativos o sentimientos de culpa o ataque, saquemos partido a la nueva situación y veámoslo como una oportunidad de aprovechar el tiempo. Nosotros somos nuestro mejor amigo, nadie nos va a conocer o querer mejor de lo que lo hacemos a nosotros mismos. 


"La soledad más grande es la de aquel que aún no se conoce a sí mismo, 
la soledad del que no sabe estar en su propia compañía".

sábado, 31 de julio de 2021

Miedo

 ¿Qué es el miedo?

Es una emoción que sentimos. Es un sentimiento de angustia provocado por la desconfianza que nos impulsa a creer que va a ocurrir algo negativo, pudiendo ser una situación real o como producto de nuestra imaginación, al establecer hipótesis. 

¿Cuándo aparece?

Cada vez que pensamos en el futuro y en las consecuencias negativas que una acción, que aún no hemos efectuado, puede conllevar. Es producto de las dudas, bien por desconocimiento sobre qué pasará o provocado por experiencias desafortunadas vividas en el pasado y que no queremos volver a repetir.

¿Cómo lo podemos evitar?

Evitar no lo podemos evitar, pero sí podemos medir su intensidad y llegar a controlarlo. ¿Y cómo lo controlamos? Aceptando que esté y enfrentándonos a él. "Si tienes miedo, hazlo con miedo". Aunque al principio nos paralice, es posible hacerle frente, simplemente tienes que pensar en tu objetivo, esa es la prioridad y dar el paso para cumplirlo, no dejar de hacer lo que tenemos en mente por él. Las dudas, la incertidumbre sobre qué pasará después son normales, pero no podemos convertirlo en una excusa para renunciar a nuestros sueños y deseos. 

"Que tus sueños sean más grandes que tus miedos". Que nada te limite ni bloquee a la hora de avanzar. Al fin y al cabo el miedo es una barrera de nuestro pensamiento que nos imponemos, un escudo que utilizar como excusa para no dar el paso cuando no estamos seguros del todo. Por eso, es importante fortalecer nuestra autoestima y la confianza en nosotros mismos. Si tenemos claro que sí o sí, vamos a luchar por lo que queremos, no existirán excusas, no dejaremos espacio a ningún tipo de miedo que nos haga cambiar de opinión.  

¿Cómo vencer el miedo?

Tenemos que darle la vuelta a la tortilla. No pensar de forma negativa, ni centrarnos en las cosas malas que nos pueden pasar. Hay que enfocar la mente de manera positiva. En lugar de pensar en lo que nos frena, debemos centrarnos en las oportunidades que se encuentran detrás. El miedo nos bloquea, nos pone barreras y nosotros somos los que debemos dar el paso y destruirlas porque, si no lo hacemos, nos perderemos mucha vida. ¿Por qué pensar en las consecuencias negativas de nuestras acciones pudiendo pensar en las consecuencias positivas? Cambia tu forma de ver y afrontar la vida y verás cómo te sientes mejor. Ante el miedo, no lo pienses, déjate llevar para que todo fluya, actúa y vive el momento. Disfruta sin pensar en el qué dirán ni en lo que pasará después, aprovecha el presente y, después, que pase lo que tenga que pasar. Hay muchas cosas que no dependen de nosotros, pero nuestra actitud y nuestra forma de enfrentar la vida sí, en ello nos tenemos que centrar.

Los miedos son algo que nos imponemos nosotros mismos, nosotros somos los que nos auto-debilitamos  con ese "no puedo, me da miedo"... ¿Y si lo transformamos? "Soy valiente y puedo con todo", "yo soy más grande y fuerte que mi miedo", "nada ni nadie me va a detener, este es mi momento, me lo merezco". ¿Con qué frase te quedas? Crea la tuya propia y ponla en práctica. Vacía tu mente del "no puedo" y llénala de "soy capaz, puedo hacerlo". 

Arriésgate, date la oportunidad de ver lo bueno que hay detrás, la satisfacción que se siente al ver que has sido capaz y lo has logrado, pese al miedo, pese a las dudas, pese a todo. De verdad, merece la pena.

 

"Querido miedo: Tengo que decirte que lo nuestro se acabó. Ya he tenido suficiente. Ya me has frenado en demasiadas ocasiones y no estoy dispuesto a aguantar esta situación ni un minuto más. Además, he conocido a otros mucho más necesarios que tú. Se llaman confianza, ilusión y esperanza. Así que despido porque me voy con ellos".

sábado, 4 de julio de 2020

"El poder de la marea está en cada ola"

Llega julio, un mes que asociamos al comienzo del verano, aunque oficialmente ya haya empezado. ¿Quién no relaciona el mes de Julio con las vacaciones, viajes y, en especial, con las escapadas a la playa? Nos guste o no, resulta ineludible pensar en ello. Es por eso que, aunque yo no vaya a visitar el mar y en su lugar me toque seguir trabajando en la lucha por alcanzar mis sueños, inevitablemente mi mente sí lo hace, viaja a esa postal veraniega y me trae una frase con la que identificarme:

"El poder de la marea está en cada ola". Como podéís ver, está relacionada con el mar, lugar de desconexión en verano por excelencia. Sin embargo el sentido que tiene para mí y lo que me atrapa realmente no es su significado literal, sino lo que me inspira. Esta frase además de aportarme motivación, me evoca significados con los que sentirme totalmente representada. 

- Por un lado, me aporta un espíritu de trabajo en equipo, un valor que llevo dentro de mí, ya que no hay cosa que me produzca más satisfacción que ayudar desinteresadamente a quien lo necesita a mejorar su situación, a crecer, a aportar una nueva perspectiva que motive aún en las peores circunstancias en las que se pudiera encontrar. La solidaridad y la empatía son ingredientes esenciales para construir esa marea que la forman distintas olas que comparten un objetivo común como es, en este caso, el de colaborar y ayudar, compartiendo lo mejor de cada uno. En un trabajo también es importante no abusar de las individualidades, la competitividad ni querer destacar por encima del resto, sino con humildad ofrecer nuestra ayuda para remar juntos en una misma dirección, buscando el bien común. En la vida igualmente es importante contar con esos valores, convivir y actuar conforme a lo que nos hace más humanos, lo que nos acerca y nos hace ser más grandes, no lo que nos aleja y nos empequeñece el alma.

- Por otro lado, lo asocio a la constancia, la perseverancia, el esfuerzo diario por alcanzar un reto personal, un sueño por cumplir. Pensar que con poco se hace mucho, con pequeñas acciones diarias que nos hacen avanzar porque granito a granito conseguimos formar una montaña de oportunidades y acercarnos a nuestro objetivo final. Cada ola es cada paso que damos, cada pequeño detalle cuenta, aunque nos parezca insignificante. Con ello construimos la marea que nos fortalece, que nos brinda la posibilidad de superarnos. 



Sé la ola que forma esa marea, cuida cada acción, cada pequeña gota que forma esa ola y a la vez ese mar. Pon ese puntito salado que marque la diferencia, te motive y te llene de vitalidad y ánimo para enfrentar lo que venga. Déjate guiar al ritmo de la marea, puedes tener subidas o bajadas, pero recuerda siempre no perder tu esencia. 

Y a ti, ¿qué te inspira? ¿Cuál dirías que es tu frase del verano?

sábado, 31 de agosto de 2019

Resiliencia

"La resiliencia es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias adversas traumáticas, adaptándose a ellas positivamente. Es la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor en fuerza motora para superarse y salir fortalecido de ellas. Una persona resiliente comprende que es el arquitecto de su propia alegría y su propio destino." El término resiliencia proviene del latín y significa volver atrás, saltar y rebotar, lo que podemos asimilar e interiorizar como volver a comenzar.

En la vida, como en las oposiciones, nos enseñan a confiar en nosotros mismos, a creer en nuestras opciones, a sacar lo mejor de nosotros mismos y lo peor es que sí, nos creemos que podemos con todo, nos ilusionamos creyendo que este será nuestro año... en definitiva, nos sobra motivación. Confiamos tanto en nosotros que, cuando llega una decepción tan grande, cuando caemos en el pozo más profundo del fracaso, recordamos que nadie nos ha enseñado qué hacer ante este batacazo o cómo levantarnos después de caer tan estrepitosamente.

¿Cómo lo estoy llevando yo? La verdad es que me ha costado escribir esto, pero tras un tiempo sin hablar del tema, me pareció necesario compartir con vosotros una reflexión personal, con la que quizás os sintáis identificados. Yo lo he llevado al tema de las oposiciones, pero hay miles de motivos que nos hacen caer, piedras en el camino que se vuelven murallas, obstáculos que nos impiden seguir adelante y perder toda motivación. Me he basado en la resiliencia y he seguido algunos de los puntos que aparecen en la imagen con la que acompaño esta entrada. Os detallo, a continuación, cada uno de los apartados, profundizando un poco más en cada uno de ellos.

1. Las circunstancias nunca son perfectas, pero tu actitud sí: Esa misma actitud positiva que teníamos dentro antes de que el desastre ocurriera, es la misma que nos ayudará a sobrellevar este duelo al principio y con la que volveremos a ser fuertes en cuanto nos pongamos de nuevo en el camino de la lucha por alcanzar nuestros sueños.

2. Piensa en útil. Rumiar el pasado no lo cambia: Por mucho que le demos vueltas al asunto, rebusquemos entre los fallos que hemos podido cometer o tratemos de poner palabras con las que definir el debacle ocurrido, nada de eso cambiará la realidad. Ya es tarde y todo está hecho, por eso de nada sirve enfocarse en lo malo, en lo que hemos perdido, lo que nos hemos dejado atrás... sino que hay que pensar útilmente, buscando un aprendizaje de esos errores y un cambio con el que renovarnos para evitar repetirlos el futuro.

3. Busca soluciones. Somos cambio: Como acabamos de decir anteriormente, debemos reciclar nuestras ideas. Dentro de los errores seguro que tenemos una esencia que no necesitamos cambiar, pero sí que debemos analizar bien en qué punto hemos fallado y sobre todo cómo podemos mejorarlo, con qué toque original marcaremos la diferencia.

4. Aceptar. No es resignación, es dejar marchar: El dolor está ahí, puede que anclado en nuestro interior. Ante las decepciones tendemos a buscar culpables y cuando lo somos uno mismo, solemos machacarnos con gran resignación. Sin embargo, eso no ayuda a salir del bache, sino que sólo nos servirá para hundirnos un poquito más. Por eso, aunque suene contradictorio, lo mejor es dejar de pensar, desconectar, dejar la mente en blanco u ocuparla en otras cosas que nos distraigan y nos aparten de ese ovillo de tristeza y lamento. Sólo así dejaremos marchar todo ese tormento, las dudas, la decepción, la rabia, la impotencia... y aprenderemos a aceptar nuestro destino, el que nos ha tocado vivir y salir en búsqueda de nuevas metas por cumplir.

5. Asume tu responsabilidad: Da la cara, afronta el problema, busca una solución. Lo fácil es abandonar, salir corriendo, huir... cortar el problema de raíz y olvidar. Puede que un principio es lo que queramos y necesitemos y tampoco está mal hacerlo, siempre y cuando tras un tiempo determinado sepamos volver a encauzar el camino. Y al volver mirar bien todo lo que podemos cambiar y renovar desde un nuevo punto de vista.

6. Es temporal. No es para toda la vida: Y menos mal porque si no, ¿qué sería de nosotros? Es algo que en el momento impacta, sobre todo si no se espera y se recibe de repente. Del shock del principio pasamos a comprender que es algo temporal que nos toca vivir, pero que la vida sigue no se acaba ahí y afuera hay miles de oportunidades nuevas esperándonos y por las que merece la pena volver a dar el máximo, aunque parezca que es el fin del mundo.

7. No siempre se recoge lo que se siembra: Y si no que se lo digan a nuestros mayores, esos que han trabajado en el campo toda la vida. Los que han sembrado y sufrido contratiempos atmosféricos como inviernos fríos, tormentas y días de sequía que han empeorado sus cosechas y que, a pesar de sus esfuerzos y cuidados, no han podido ser recogidas como esperaban o merecían. Ponemos toda la ilusión, motivación y entrega, apostamos fuerte por nuestros sueños y, quién sabe si por azar, por causas o circunstancias externas que no dependen de nosotros o factores que sí, nos quedamos en el camino. 

8. La vida tiene una parte injusta... cuenta con ella: Tenemos que ser conscientes de que igual que existe el éxito, existe el fracaso y pasar por ello nos ayudará a volver más fuertes, con un crecimiento personal. Aunque tendamos a pensar en positivo, también hay que estar preparado si llegan las tormentas, pero no hay que quedarse viviendo en ellas.


"El mundo rompe a todos y, después, algunos son fuertes en lugares rotos"
Y tú, ¿eres resiliente?

viernes, 8 de marzo de 2019

Educar en igualdad

8 de marzo, día de la mujer. Día para reivindicar que no somos inferiores, que somos iguales y tenemos los mismos derechos. Feminista no es aquella mujer que se cree superior al hombre, esa creencia es errónea. Lo que se busca es promover la igualdad, que ni el hombre ni la mujer sea mejor o esté por encima del otro, sino que todos seamos iguales, libres y el miedo o la vergüenza de sentirse inferior deje de existir. Quiero aprovechar este día para compartir un hecho que viví ayer en primera persona y que fue la gota que colmó el vaso para decidirme a sacar a la luz esta entrada.

Precisamente ayer, en mi clase de infantil, sufrí un episodio bastante desagradable. Un niño se pasó todo el día desobedeciendo y riéndose de todo lo que yo le decía. Le pregunté que de qué se reía y me respondió, entre risas, que de mí. Y le volví a preguntar que qué era lo que le hacía gracia de mí y me dijo que no sabía. No sabía... pero lo hacía. Seguidamente, tuvo otro incidente con la única compañera de clase, también se reía de ella e intentó humillarla con comentarios hirientes, a lo que ella respondió con un empujón. Ante ese hecho decidí sentarnos todos juntos para hablar y le volví a preguntar al niño en cuestión por qué se comportaba así, por qué se reía de su compañera y también de mí. Su respuesta fueron carcajadas y un claro y tajante "jamás te lo contaré". ¿Lo peor? El amigo que le reía las gracias. Entonces les pregunté si del profesor al que estoy sustituyendo también se ríe así. Y fue entonces cuando confesó: "No, de él no porque es un chico, pero tú eres una chica y no me gustan las chicas". Intrigada a la par que asombrada con semejante respuesta, proseguí: "Entonces, de mamá y de la abuela también te ríes y tampoco te gustan porque también son chicas". En ese momento, antes de que pudiera responder, saltó el amigo defendiendo que "mamá y la abuela no son iguales que las profesoras". Tras mi: "¿cómo que no?, ¿por qué no?" comenzó el debate. Por suerte, otros compañeros sí defendieron que las chicas son iguales que los chicos porque todos somos personas y que las profesoras son igual de importantes que los profesores y hay que respetarlos. 

A la salida, le comenté a otra compañera lo ocurrido y juntas con el niño, fuimos a hablar con el padre, que había venido a buscarlo (normalmente solía venir la abuela, pero esta vez vino él). El niño no fue capaz de contarle lo ocurrido, se sentía realmente avergonzado porque se puso totalmente colorado, pero así como fue tan valiente para reírse a carcajadas, no obtuvo esa valentía para sincerarse. Cuando el padre se enteró, se enfadó muchísimo y le ordenó que me pidiera perdón, un perdón que nunca llegó porque, a pesar de todo, él no se arrepentía, sus pensamientos y creencias no habían cambiado por un castigo.

Es inconcebible que con sólo 4 años un niño pueda tener pensamientos tan férreos y negativos que le lleven a actuar de esa forma tan lamentable y decepcionante. ¿Cómo un niño llega a ver normal reírse de su profesora o meterse con su compañera sólo por ser chicas? Me quedo con los comentarios positivos de otros alumnos, eso me demuestra que aún queda esperanza en soñar y luchar por un mundo mejor y, por supuesto, que es necesaria una educación basada en la igualdad.

También me quedo con la actitud del padre, que enseguida le puso el mismo ejemplo sobre la madre y  la abuela que yo antes le había nombrado. Hoy no podrá jugar en el patio porque está castigado, pero los castigos no le harán cambiar su forma de pensar. Hay que bucear más allá. Es imprescindible que no sólo desde la escuela, sino también en casa eduquemos a los pequeños en la igualdad de oportunidades y el respeto a las diferencias, pero sobre todo que nosotros inculquemos el ejemplo positivo y seamos modelos en los que reflejarse para que adopten actitudes, conductas y comportamientos feministas.


Aún queda mucho por hacer, pero nada es imposible. Poco a poco, entre todos, podemos contribuir a ese cambio de mentalidad. Y tú, padre, madre, abuela, tío, hermana, primo, maestra, monitor, maestro... ¿educas en igualdad?

jueves, 17 de mayo de 2018

¿Reciclamos?

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~~~ Todo puede tener otra vida (incluidos nosotros): ¡Recicla! ~~~

Normalmente, al pensar en la palabra reciclaje, nos vienen a la mente muchas ideas, todas ellas relacionadas con la reutilización de materiales. Y es que, muchas veces, no es necesario tener una gran imaginación para saber la cantidad de cosas y actividades que podemos realizar mediante esta acción. Claro que si tienes esa creatividad, ese don especial para hacer auténticas maravillas, mejor que mejor, pero no es lo más importante. ¿Las ventajas del reciclaje? Las conocemos de sobra, ya que desde niños nos han inculcado ese valor. Sin embargo, esta vez no vengo a daros la chapa con el tema del reciclaje de materiales, que de eso ya algunos podemos ser expertos absolutos (aunque también es fundamental, sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad de dinero que ahorras siendo una persona práctica). Hoy vamos a abordar la idea del reciclaje desde otra perspectiva, una más humana, más cercana y que de igual modo nos incumbe a todos.

Al hablar de reciclar, propiamente dicho, podemos hacerlo en referencia a la actualización de ideas, sentimientos, hábitos o estados. ¿Qué cosas, acciones o actitudes te gustaría reciclar en tu vida? Pequeñas cosas, quizás perdidas en tu pasado que te gustaría volver a retomar. Por ejemplo: hobbies del pasado que te gustaría hacer de nuevo, encuentros añorables que quedaron perdidos, viajes que hicieron que el tiempo se detuviera y que te gustaría volver a recuperar, sensaciones de calma y relajación que echas de menos actualmente en un entorno de estrés... Párate y piensa, ahora tienes la oportunidad de cambiar el chip y renovarte, empezar de cero si lo necesitas. Seguro que algo hay, busca en tu interior y recicla ese deseo. 

Reciclar la mente es fundamental. Hay que intentar estar abiertos a nuevos mundos, a nuevas ideas y a nuevos horizontes. Si actualizamos nuestros pensamientos, cambiaremos nuestra percepción del mundo que nos rodea y, a la vez, transformaremos nuestra actitud para afrontar la vida. Descubrir oportunidades no es algo fácil, es necesario estar bien despierto para atraparlas. Por ello, resulta crucial mantener siempre una actitud positiva y abierta, que nos ayude a lograr aquello que ansiamos, así como despertar motivaciones personales ocultas o desconocidas hasta el momento.

De igual modo, no nos vendría mal reciclar un poquito también el corazón, los sentimientos hacia otros, pero sobre todo, hacia uno mismo. Eliminar las comparaciones, los pensamientos de "ése es mejor que yo". Limpiar todo tipo de odio o rencor, sustituyéndolo por perdón o, simplemente, por indiferencia. Debemos aprender a reciclar todos nuestros sentimientos negativos: ansiedad, miedo, tristeza o rabia, entre otros. ¿Cómo lo podemos hacer? En primer lugar, nos centraremos en lo positivo de una situación aparentemente desastrosa. Aunque sea más fácil reconocer los errores o el momento crucial en el que nos venimos abajo, hay que intentar mirar más allá, reconstruir los hechos y pensar en algo positivo que se quedó por el camino antes del hecho negativo. En segundo lugar, procuraremos no generalizar, no pensar que cada vez que pase algo similar, el resultado final será el mismo, cayendo, de esta manera, en un bucle continuo sin salida. Por último, debemos evitar tomarlo todo a pecho y creer que si ocurre algo malo, siempre será nuestra culpa porque somos así. Muchas cosas suceden y no dependen de nosotros, unas sí, pero otras no y tenemos que saber convivir con ellas sin machacarnos ni maltratarnos psicológicamente. Olvidar o dejar de recordarnos ciertos aspectos negativos, nos ayudará a llevar una vida mucho más sana y saludable.

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Y tú, ¿reciclas?

miércoles, 2 de mayo de 2018

Querer es poder

"Querer es poder" 

¿Cuántas veces habremos escuchado esta frase? Seguro que muchísimas, ya que querer es el principio para poder lograr algo. Querer es el empujón por así decirlo, lo que nos hace despertar el interés por emprender una aventura, el incentivo que nos ayuda a ir por algo. Sin embargo, debemos saber que con querer no basta para poder conseguir nuestra meta. Sí, es importante quererlo porque si no lo quieres no vas a ir a por ello, pero no es lo que verdaderamente hace que lo vayamos a conseguir. Para poder no basta con querer, hay que creer. Creer en ti mismo, en tus cualidades, en tus habilidades, en tu potencial, en tu esfuerzo, en tus acciones... creer en que vas a poder, vas a ser capaz de alcanzar tu objetivo. Y cuando digo creer me refiero a confiar en todas tus posibilidades, a pensar siempre en positivo, creer que se puede porque solo es imposible aquello que no se intenta y poner todo de nuestra parte para lograrlo.


Pero, ¿qué ocurre cuando al fin te decides a hacer algo y durante el proceso las cosas no salen como esperas? Comienzan las dudas, las indecisiones y te sientes perdido, sin saber cómo avanzar e incluso te planteas si realmente merece la pena continuar... Entonces, tienes dos opciones: Tirar la toalla y renunciar o usarla para secarte el sudor de la frente y seguir adelante. Lo importante es no decaer y, si en algún momento lo haces, debes volver atrás y pensar en qué te llevó hasta ese punto. Recordar todos aquellos deseos, la ilusión, el esfuerzo y el empeño que pusiste en cada paso que diste en el camino hacia tus sueños. También puedes refugiarte en aquello que has logrado hasta el momento, repasar con la mente todos los peldaños que has escalado, las piedras u obstáculos que has superado, que no te han frenado en tu insaciable búsqueda y analizar qué es lo que te queda por delante. Sólo así descubrirás que todo lo andado tiene un sentido, una fuerza que no debes perder y, que ahora más que nunca, tiene que llevarte a lo que tanto te mereces. Porque ya no es cuestión de quererlo, creerlo, ansiarlo o desearlo, sino de que ya va siendo hora de que el éxito llegue para quedarse a nuestro lado.

~~ El que quiere hacer algo, conseguirá un medio. El que no, encontrará una excusa ~~

miércoles, 4 de abril de 2018

¡Hora de florecer!

Sí, sí... como lo leéis.... ¡es la hora de florecer! Con la llegada de la primavera, no hay mejor momento para despertar de la monotonía del invierno apagado y conformista, en el que a veces nos encontramos inmersos. ¿A qué esperas para sacar a la luz nuevos sentimientos o actitudes? Esos que guardas escondidos o bien que aun no has puesto en práctica por miedo, inseguridad o desconocimiento. Al igual que las plantas florecen, las personas también pueden hacerlo. Florecer supone cambiar ciertos aspectos, puede que matices, de sus vidas y mejorar así una parte de sí mismas.

Todos tenemos algo que modificar, ya que nadie es perfecto y siempre se puede ser mejor persona, no mejor que los demás (creerse mejor que el resto puede ser peligroso, hay que tener cuidado con eso) pero sí mejor que tu anterior versión. Querer y pretender superarse a sí mismo es algo positivo, es una motivación para alcanzar nuevos objetivos y nuevas metas en nuestra vida. Hay que renovarse, no se pierde nada por intentarlo, si no funciona siempre puedes volver atrás. Algunos de los aspectos generales que podemos tener en cuenta en este proceso de cambio son los siguientes:

¿Sientes que de repente todo se te viene encima? ¿Te frustras enseguida porque esperas más de lo que recibes? ¿Ves que tus proyectos no tienen el resultado esperado? Paciencia. Hay que intentar tomarse las cosas con calma, no dejar que el estrés nos consuma. A veces la presión que nos ponemos nosotros mismos es peor que la que podemos tener desde fuera y eso nos ahoga. Por favor, no seáis masoquistas en ese sentido, con tranquilidad todo llega y con una buena organización también. Los días pueden exprimirse y sacarles mucho partido, solo hay que saber centrarse y no perder los nervios a la mínima.

Madurez. Utilizar más la cabeza, ser sensatos, no creerse "lo que nos cuentan otros" sino los hechos, lo que vemos con nuestros propios ojos. Ser coherentes con nuestra actitud, nuestros principios y nuestros pensamientos. Saber apreciar lo que de verdad importa y no perder el tiempo con fantasmas del pasado y/o del presente ni pajaritos o ideas erróneas que nos puedan meter otros en la cabeza. Crecer y madurar como personas, siendo nosotros mismos, lo que nosotros queremos ser, sin que nadie nos imponga un modo u otro de actuar. 

Empatía, solidaridad. Pensar más en los demás y no ser tan egoístas. En tiempos difíciles, la mínima ayuda se agradece de manera sobrehumana. Ponerse en el lugar del otro nos ayudará a ampliar nuestros horizontes, a querer mirar más allá de nuestra propia realidad y a entender un poquito más al resto de personas con las que compartimos la vida. Y es que, aunque no nos demos cuenta, nuestro día a día está lleno de vidas paralelas y de nada sirve encerrarnos u obcecarnos con nuestros problemas, olvidando que podemos distraernos compartiendo nuestro tiempo, nuestras experiencias y ayudando a los demás.

Menos pereza. No dejar que la pereza se apodere de nosotros, no acomodarnos, sino ser más activos, autónomos e independientes en algunos momentos. Lo fácil es decir "ya lo haré luego" o "mañana me pongo con ello", pero ese día nunca llega o si lo hace es porque hay una presión externa que nos empuja a hacerlo, pero no es un deseo que salga de nosotros. Por ello, hay que intentar que sea nuestra y solo nuestra la voluntad de realizar aquellas acciones que más pereza dan, a primera vista. Con motivación, nada costará tanto y todo será posible, sólo hay que encontrar esa chispa que nos encienda y nos hagan comenzar.

Hacer que renazca el amor. Mimar a tu pareja, a tus amigos, a tus padres o hermanos. Demostrar el cariño sincero a aquellos que se lo merecen, con los que compartimos nuestro día y a los que a veces, ya sea por orgullo o por enfado, les negamos ese derecho. Tener más detalles con quienes te rodean, no necesariamente materiales. Compartir tu tiempo, aficiones, pequeñas cosas... que te hagan crecer y evolucionar, tanto individual como socialmente. No sólo esperar recibir, sino también dar, tener iniciativa y ofrecer a los demás lo mejor que tenemos. Aquí también podemos incluir la pasión por el trabajo, aunque no sea el de tus sueños, así como la superación personal, instaurando destrezas, capacidades y habilidades que nos ayuden a ello. La actitud siempre es lo más importante.

Y como lo más importante es la actitud, cambiando eso veremos que todo lo que gira alrededor de nuestro mundo también cambiará. Lo principal es ser optimista, pensar en positivo, plasmar una sonrisa en cada acción. Buscar un motivo para seguir, aún cuando parezca que no lo hay. Confiar en uno mismo, en tus posibilidades... creerte y sentirte capaz de todo te ayudará a ver la vida de otro modo, con más ilusión y la certeza de que nada te va a detener en tu idea de alcanzar el éxito que te propongas (siempre por ti mismo, sin necesidad de pisar o hundir a otros, ya que para brillar no es necesario apagar la luz de otros).

Por eso, antes de florecer hay que identificar muy bien aquello que queremos cambiar, lo que necesitamos transformar, de lo que deseamos desprendernos y las aptitudes o cualidades que pretendemos mejorar o adquirir. Sin olvidar que no será un camino fácil, puesto que se necesita actitud, constancia y perseverancia, pero que con implicación y fuerza de voluntad estaremos más cerca de lograr nuestra meta. Florecer exige pasar por todas las estaciones, por todas las etapas. Unas veces estaremos más cerca y otras un poco más lejos, pero la motivación y la firme decisión de hacerlo posible debe ser superior a todo.


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viernes, 14 de julio de 2017

Ser invisible

Con frecuencia, cuando escuchamos la expresión "ser invisible" la asociamos a una persona tímida, introvertida o vergonzosa que, por alguno de estos factores, la llevan a no abrirse a los demás. Así es, el problema siempre lo vemos fuera (es del otro, no mío) y, por consiguiente, es suyo en este momento.

Pero, ¿y si no fuera solo eso? Es decir, ¿el ambiente, la persona o grupo de personas con las que él o ella se siente invisible, realmente, no tienen nada que ver? Si pensáis de este modo, estáis equivocados. Lo fácil es eso, pensar que el problema lo tiene el otro, por tímido, por no confiar en sí mismo, por tener una baja autoestima, por falta de iniciativa, por no saber adaptarse a las circunstancias... y un largo etcétera de excusas que se pueden poner. No digo que en ocasiones no sea así, de hecho claro que es una parte que afecta a uno mismo, cada cual se conoce bien, pero no es lo único. Más importante que eso es el trato recibido, la atención que le prestes, la ayuda y el apoyo que le ofrezcas, el egoísmo u orgullo que dejes a un lado para pensar en el "fantasma", poniéndote en su situación.

A mí me ha pasado. Muchas veces y con el mismo grupo de personas, ¿casualidad? ¿Tengo solo yo el problema? Vale que al principio era muchísimo más tímida de lo que soy ahora y que me gustaba pasar desapercibida (no iba conmigo el hecho de llamar la atención), pero conforme cogí confianza y con el tiempo, cambié. Me volví más sociable, empecé a tener iniciativa, ideas novedosas y aporté la dedicación, responsabilidad, el compromiso y el trabajo de siempre (cualidades propias a las que no quise renunciar, pues son parte de mi esencia). ¿Qué pasó? Que de repente me vieron. Aunque sólo fuera como una estrella fugaz, ya que de nuevo y, a pesar de todos esos cambios que exigían y que cumplí, los cuales supusieron mucho para mí, de la nada todo se volvió más frío. Hasta el punto de ni siquiera mirarme a la cara cuando hablo. ¿Qué falta de educación es esa? ¿Es también un problema más que tengo que cambiar? Sí, me hizo cambiar, pero no mi forma de ser ni de actuar, sino mi manera de pensar. Me hizo ver las cosas desde una nueva perspectiva.

Por eso digo que son excusas realmente porque si tú no contribuyes a que esa persona se sienta invisible ignorándola, esa persona tendrá más fácil no sentirse así. Si nos pusiéramos un poquito más en el lugar del otro, comprendiéramos su realidad y le diéramos la confianza que se merece (o fuéramos educados, qué menos), quizás esa persona no se sentiría mal ni pensaría que todos sus esfuerzos resultaron en vano. Por eso, es fundamental no ponernos etiquetas ni dejar que otros nos las pongan. Y, lo más importante, aceptar que cada uno es como es y si quieres cambiar que sea por y para ti, no por agradar a otros, ya que para ellos nunca vas a ser lo suficientemente visible, siempre les va a faltar algo más. Hay tantas o más excusas que gotas tiene la lluvia.

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domingo, 14 de febrero de 2016

Enamórate

A todos aquellos que buscan el amor desesperadamente, que sienten que su vida no tiene sentido sin una pareja a su lado, que llegan a obsesionarse por encontrar el amor de su vida... Antes de enamorarte de una persona, tendrás que aprender a encontrar el verdadero amor en ti mismo, en lo que tienes a tu alrededor, en lo cotidiano, aquello que sabes que es lo más importante para ti. Algo que también te ata a la vida, aunque de manera distinta.

Enamórate de los paisajes, de la lluvia, del sol, de la luna y las estrellas. Enamórate de tu historia, de tus pasos, del camino que has recorrido y de lo que te queda por recorrer. Enamórate de las personas que tienes a tu lado. Enamórate de la sonrisa de tus herman@s, del abrazo de tu mejor amig@, de los cuidados de tu madre, de las manías de tu padre, de la comida de tu abuela, las palabras de consejo, apoyo y aliento. Enamórate de los "todo va a ir bien" y de los "tú puedes con eso y con mucho más".

Enamórate del tiempo que tienes para dormir después de un día duro, del que tienes para salir con tus amigos y del que pasas con tu familia. Enamórate de los momentos de risa, de llanto, de aquellos que sabes que pasan y que no van a volver, aprende a valorar y a disfrutar el presente. También, enamórate de los momentos de calma en soledad y descubre que dentro de ti hay un gran mundo por conocer. Enamórate de ti mismo, de tu cuerpo, de tus sentimiento, de tus emociones, de tus habilidades y conocimientos. Enamórate de tus miedos, de tus logros y de tus sueños porque forman parte de ti. Enamórate de tus problemas y, con mimo, busca una solución para ellos, con sencillez, sin complicaciones.

Enamórate de tu mascota y también de otro animal con el que te puedas encontrar, trátalo con cariño y con respeto. Enamórate de tus hijos, sobrinos, primos... de los niños que quieres como si fuesen tus hijos y también de los que ves pasar fugazmente por la calle, enamórate de su espontaneidad y de su vitalidad. Enamórate de tu canción favorita o de las que te hagan sentir algo especial al escucharlas porque ésas están hechas para ti. Enamórate de un libro, de un poema, de una frase o de una palabra con la que te identifiques, con la que expresarte y que tenga un significado valioso para ti. Enamórate de una flor, de una planta o de un árbol. Enamórate de su textura, de su aroma y viaja tan lejos como él te lleve.


Enamórate de la vida que desprenden las personas que te rodean, ya sean conocidas o extrañas. Contágiate y enamórate de tu propia vida, de aquella que vives y de la que das a los demás. Si enamorarse es sentir amor, entusiasmo o afición por algo, enamorarse es mucho más que amar a una persona, es amar la vida. Por eso, enamórate de la vida.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Cuándo perder te hace ganar

En numerosas ocasiones no somos conscientes de que nos perdemos muchas cosas por el miedo a perder, a fracasar, pero... ¿cuándo perder nos hace ganar?

Cuando perdemos el miedo al error. Aprendemos a arriesgarnos, a equivocarnos, a superar esos baches que se nos presentan y logramos sacar una moraleja de ellos. Aprendemos a conocernos más a nosotros mismos, a valorar nuestras posibilidades y descubrir cuáles son nuestros límites. Muchas veces nos sorprenderemos de lo que somos capaces de hacer y la satisfacción personal al cumplir nuestra meta o al ver que hemos sido capaces de intentarlo, será mayor según el reto superado. "Si nunca te arriesgas a cruzar el río, nunca sabrás lo que te espera a la otra orilla."

Cuando perdemos el sentido del ridículo y aprendemos a reírnos de uno mismo, a ser un poquito payasos cuando toca. A los que somos tímidos al principio cuesta, pero si te lo propones, poco a poco, lo consigues y aprendes a estar mejor y más a gusto contigo mismo. Con ello disfrutarás más de lo que vives, ya que no te pararás a pensar en qué estarán pensando los demás sobre ti ni tampoco en analizar fríamente lo que estás haciendo a cada momento. Esto te dará la oportunidad de ganar en espontaneidad y asimilar que la vida es mucho más sencilla de lo que parece.

Cuando pierdes el tiempo, aprendes a valorarlo. Esto suele ocurrir cuando dedicamos nuestro tiempo a algo como estudiar para un examen importante o iniciar un proyecto o a conocer a alguien y nos quedamos con la sensación de que todos nuestros esfuerzos han sido en vano, al no obtener los resultados esperados. En cambio, estas caídas nos hacen saber ver también las oportunidades en las que no perdemos el tiempo, sino que lo invertimos y, para ello, es necesario apoyarnos en nuestra forma de apreciar estos matices, solo depende de nosotros.

Cuando pierdes a un ser querido, aprendes a valorar más la vida y darle un sentido con tus actos. Una vez superada la etapa de duelo, cambias la mentalidad y comienzas a pensar de otro modo. Según la manera en la que has perdido a esa persona, ya que puede haber sido algo más trágico en función de las causas de la pérdida, empiezas a querer aprovechar cada segundo de tu vida, por ella y por ti mismo.


"Perder es bueno porque te hace entender mejor el valor de ganar"

A veces es necesario perder para poder ganar. Pero no debemos encerrarnos en la tristeza y el dolor, sino que hay que aprender a fijarse en lo positivo y darse la oportunidad de cambiar y valorar lo que tenemos. Con esta reflexión te invito a pensar que siempre hay salida, aún en las situaciones que parece que no la tienen. Seguro que hay muchas más situaciones en las que perder te ha hecho ganar, párate un momento y piénsalo, después aliméntate de todas esas formas de superación personal que has ido acumulando a lo largo de tu vida, te sorprenderás de descubrir lo valiente y fuerte que eres.