miércoles, 28 de junio de 2023

Opiniones

Las opiniones, al igual que las personas, pueden cambiar. No porque un día en un momento determinado lances una reflexión en voz alta, ya significa que vas a opinar del mismo modo por siempre. La gente cambia, evoluciona y, con ella, sus puntos de vista son diferentes. A través de la experiencia aprendes a ver las cosas de un modo distinto al que lo hacías habitualmente. No es malo cambiar de parecer, para mí, peor es defender una idea prefijada con la que quizás ya no estás de acuerdo, solo para quedar bien o para no afrontar la nueva realidad que se te presenta. Los pensamientos van y vienen y tanto si son dichos como escritos, ambos tienen el poder de ser modificados en algún instante porque nada es para siempre.

¿Qué motivos nos llevan a cambiar de opinión? Son varios, principalmente, el que he señalado con anterioridad: la experiencia vivida. Aprender de las circunstancias y de los contextos en los que nos movemos. Solo cuando vemos y vivimos un hecho concreto en primera persona, es cuando realmente podemos establecer una relación entre la verdad y nuestros pensamientos. Conocer a otras personas, sus puntos de vista, acercarnos a una realidad diferente a la nuestra, ponernos por un momento en su piel, nos permite ampliar nuestros horizontes y, por tanto, cambiar o modificar nuestra opinión personal. También la madurez, a consecuencia de todo lo vivido, nos ayuda a ver las cosas de otro modo, a reinventarnos, rebelarnos y querer reivindicar algo determinado. Con el paso del tiempo nos volvemos más exigentes, no nos conformamos con cualquier cosa, cambian nuestras prioridades y, por lo tanto, también nuestra forma de pensar y actuar ante hechos relevantes.

¿Todas las opiniones son válidas? No, sólo las que se dicen con respeto, las que se muestran con empatía, las que no buscan dañar, sólo transmitir. Respeto al dar y también al recibir. De hecho, hay opiniones que recibimos sin pedirlas previamente, aquellas personas que viven diciendo cómo debe ser la vida de los demás, cómo tienen que pensar y actuar. Eso no son opiniones, aunque las disfracen como tal. La delgada línea entre opinión y crítica... Las críticas son buenas si son constructivas, si tienen un trasfondo detrás, si nos ayudan, pero si su única intención es herir y destruir, debemos desecharlas. 

Tampoco son válidas las opiniones que no son opiniones, sino que en realidad se trata de una manipulación encubierta, donde el único objetivo es "llevarte a su terreno" y transformar tu opinión en una equivocada para que sólo persevere y tenga lugar la de la persona que la manifiesta primero. "Mi respeto hacia tu opinión termina cuando intentas inculcarme la tuya, sin respetar la mía". La diversidad de opiniones es necesaria, pero siempre desde una perspectiva respetuosa y empática. Es importante que expresemos nuestras opiniones, no callarlas por lo que puedan pensar los demás, ya que nunca sabes si con ella vas a lograr transformar la visión de otros. Nuestra opinión acerca de algo, refleja nuestra personalidad y pone de manifiesto nuestra actitud ante la vida, por ello, debemos compartirla.

¿Por qué es importante tener sentido crítico? No podemos quedarnos estancados, es cómodo fluir y vivir la vida que otros tienen preparada para nosotros, pero así nunca daremos verdadero sentido a la vida ni participaremos de ella plenamente.  Sin sentido crítico será más fácil manipularnos y obedecer con los ojos cerrados, pero el precio que pagaremos será demasiado alto porque al no tener voz, perderemos toda oportunidad de que nos tengan en cuenta y evitar que nos pisoteen. Sólo nutriendo nuestra capacidad de pensamiento propio lograremos detectar y resolver problemas, así como, tomar nuestras propias decisiones, decidir sobre nosotros mismos, hacia dónde dirigir nuestra vida y actuar en consecuencia.

"El sabio puede cambiar su opinión. El necio, nunca"