domingo, 30 de abril de 2023

Compartir es vivir

 Compartida la vida se disfruta más, es cuando te das cuenta de que verdaderamente merece la pena. ¿De qué serviría vivir siempre en soledad, aislado del mundo?, ¿sin poder compartir con nadie tus experiencias, vivencias, estados de ánimo? Para sentirse vivo hay que vivir. Vivir en el pleno sentido de la palabra porque mucha gente vive al estar vivo, pero en realidad eso no es vivir. ¿Y qué es verdaderamente vivir? Disfrutar cada momento, compartir experiencias y anécdotas con los demás. Poner en común historias, hacer pequeñas escapadas, encuentros especiales juntos, celebrar la vida como se merece. Darle un auténtico significado y valorar qué es lo que nos hace felices. Todo compartido sabe mejor, ya sea en familia, con amigos, compañeros de trabajo... Cada logro se disfruta el doble.   

Desde pequeños nos inculcan valores como la generosidad, invitándonos a compartir nuestros juguetes o lo que tenemos con los demás. Compartir con el otro nos hace más humanos, empáticos y solidarios. No sólo el que recibe se nutre de ello, también el que da recibe a su vez la satisfacción de haber podido ayudar. ¿Qué beneficios tiene en nuestro día a día compartir con los demás?

Compartir para crecer: Acompañar en momentos que nos hacen ser mejores personas, superarnos cada día, madurar a través de la experiencias, dejar el egoísmo a un lado para volvernos empáticos, no sólo centrarnos en nuestros intereses, pensar también en los de los demás. 

Compartir es construir un mundo mejor entre todos y para todos, donde todos seamos pieza fundamental del puzle al que llamamos vida. Donde cada uno aportemos nuestro granito de arena y juntos formemos una gran montaña. Ser apoyo y cimientos, que aporten la fuerza y el equilibrio necesarios para afrontar el día a día. Dejarnos sostener cuando sintamos que no podemos más, ceder y permitir ser acompañados.

Compartir conocimientos y aprender juntos: Amplia tus horizontes, te ayuda a ver y comprender otros puntos de vista. Conocer experiencias similares o diferentes a las propias nos da la habilidad de ser capaces de ponernos en el lugar del resto y, así, desarrollar nuestra empatía. También se puede aprender de los conocimientos de los demás, ya que cada uno se ha especializado en un campo en particular y, aprovechando esa circunstancia, podemos nutrirnos todos de ello.

Fortalece las relaciones: Las enriquece mutuamente, a través de la comunicación. Es importante ser claros y transmitir, no solo lo que sentimos a cada momento, sino también lo que somos, nuestras necesidades. Sentirnos escuchados y también escuchar de forma activa a los demás, valorando lo que nos cuentan, participando en la conversación haciéndola dinámica, ofreciendo consejos en caso de que sean solicitados y compartiendo nuestro tiempo.

Te mantiene motivado y aumenta el positivismo: Cuando hay confianza y se está en un ambiente distendido, todo se vuelve más fácil, la conversación fluye sin necesidad de forzar que las cosas pasen, simplemente ocurren. Nadie planifica de qué hablar o qué compartir, sólo nos dejamos llevar y eso nos hace vivir en plenitud, disfrutar del momento y ver la vida con más optimismo porque nos sentimos seguros, las ideas van y vienen y la motivación perdura en el tiempo.

Desarrolla valores como la solidaridad o la generosidad. Compartiendo tiempo de calidad con los demás, obtenemos como recompensa una experiencia gratificante. 

Incrementa nuestra autoestima al sentirnos parte importante del todo y nacen nuevos proyectos porque al estar en un ambiente de seguridad y confianza, nos sentimos capaces de apostar por aquello que nos hace felices. También reduce el estrés, desaparecen los problemas porque al compartirlos ya no pesan tanto y nos llueven soluciones para poner en práctica.


"Todo lo que das a otras personas, te lo estás dando a ti mismo"