lunes, 13 de abril de 2020

La caja de los besos

Hoy es el día del beso y ¿cuál sería la mejor forma de celebrarlo? Compartiendo todos esos besos que nos vienen a la mente con las personas a las que amamos y adoramos, a aquellas que son nuestros tesoros y que más valoramos tener en nuestras vidas, ya que llegaron como un auténtico regalo caído del cielo. Sin embargo, hoy no podemos darlos ni recibirlos, pero ¿sabéís qué es lo que sí podemos hacer? Guardarlos (en una cajita o en nuestro corazón) para repartirlos cuando esto pase. Y mientras tanto... ¡Vamos a imaginarnos qué beso es el que queremos regalar! Según la persona, el momento, el motivo, el lugar... tenemos distintos tipos de besos, ¿alguna vez te habías parado a pensarlo? Hoy te comparto algunos de los besos que existen, lo que demostramos con cada uno de ellos, en qué momentos los podemos utilizar y, lo más importante, qué decimos con ellos. Porque aunque los besos sean una demostración silenciosa, un gesto sin palabras, esconden un gran mensaje tras él.

Besos de agradecimiento: Los que se dan como muestra de agradecimiento, ya sea en la mano como en las películas de caballeros y princesas o en la mejilla si volvemos a la vida real (aunque hay gente que todavía los da en la mano, a modo de compromiso con la otra persona). Igualmente podemos incluir aquí los besos que se dan tras el perdón, por la carga no sólo afectiva, sino también sentimental que llevan de manera intrínseca. En este caso, el motivo es más importante que el gesto en sí mismo, ya que el beso puede ser sustituido por un abrazo o cualquier otra muestra de cariño.

Beso de mariposa: Es el beso que se da acercando los ojos en la mejilla del otro y mientras se da el beso, movemos los párpados rápidamente simulando el aleteo de una mariposa. Esto hace que sea mágico, único y especial, como de cuento y a mí, en particular, me encantan tanto darlos como recibirlos, ya que lo considero un arte.

Beso en la frente: Es el típico beso de madre, padre o hermano mayor. Es un beso que demuestra ternura y protección, te aporta seguridad y calma, es el "todo irá bien, no te preocupes, yo velaré por ti" en forma de beso. Es uno de mis favoritos porque te hace sentir pequeña y grande a la vez, como símbolo de admiración. 

Besos de chocolate: Son los que yo llamo así porque ofrecen sentimientos positivos, lo que hacen que sean más dulces todavía. Son ideales para compartir en pareja, aunque también se pueden utilizar en otros círculos donde haya una confianza máxima. Aquí no importa tanto la forma, sino el contenido, esa dulzura manifiesta. 

Beso de gnomo o de esquimal. Ese beso de complicidad que se daban en el famoso cuento de 'David el gnomo' chocando sus narices y el que también es famoso entre los esquimales como forma de calentar su nariz, a la par que su alma. También lo podemos intercambiar con niños, a modo de juego, mientras inventan nuevos besos dejando volar su imaginación y desarrollando su creatividad. 

Besos de abuela: Solo con el título, ya puedo imaginar lo que se os pasa por la mente... Sí, a mi también, por eso los llamamos así. Son los besos emitidos con tal fuerza y ganas que suenan mucho. Parece que es como un código y cuanto más suenen, más cariño estás demostrando. O al menos eso creo que deben pensar nuestros mayores, que son los que en general más los dan de este modo. Y, ¿por qué no responder de la misma manera? Pienso que es un bonito gesto y una hermosa manera de recordar a nuestros mayores que nosotros también los queremos mucho y que con esa fuerza y ese amor tan inmenso que les tenemos hacen que nuestros besos hacia ellos también suenen. Probadlo, estoy segura de que les encantará y se les escapará una sonrisa de sorpresa mezclada con la misma alegría que ellos sienten al compartirlos. 

Besos de saludo o despedida: Son besos cotidianos que damos y recibimos sin ser apenas conscientes de su valor. Tenemos tan asumido, por cultura quizás, que al saludar o al despedirnos de alguien tenemos que hacerlo, que aunque las personas a las que les brindamos estos besos son realmente importantes en nuestra vida, en muchas ocasiones ni siquiera nos percatamos de ello ni le damos esa importancia que tiene el hecho de poder hacerlo. Y la tiene, ya que no es lo mismo saludar a un compañero de trabajo que a tu abuela. Si el amor que sientes por esa persona es más fuerte, ¿por qué no demostrarlo y poner ese cariño profundo y sincero a la hora de dar el beso? Pruébalo y verás cómo se siente diferente.

Besos en la mano o en el aire: Los primeros que enseñamos a los niños y que aprendimos nosotros de pequeños, a dar un beso en tu mano y mandarlo a alguien extendiendo el brazo o lanzándolo en el aire. Este sí lo podemos compartir en estos momentos, de hecho la energía, la fuerza y el entusiasmo que pondremos al hacerlo, hará que sea mágico. 

Quizás ese beso cotidiano que das a tus padres cuando te despides antes de ir a clase o a trabajar, no tenía sentido entonces y ahora se lo acabas de dar. El que das a tus familiares o a tus amigos después de mucho tiempo sin verlos, seguro que ese sí estaba más premeditado y sabías que es un signo de haber echado de menos durante el tiempo que pasaste sin verlos, pero ahora después de vivir su ausencia en primera persona, lo tienes aún más presente y le das mayor importancia. 

Ya lo decía el refrán: "Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde" y tuvieron que prohibirnos besarnos para valorar de nuevo lo grande que nos hacen sentir esos besos, que antes dábamos como  rutina y que ahora no podemos compartir. Por eso, aprendamos de esta experiencia y veréis como cuando nos dejen volver a intercambiarlos (no solo los besos, también los abrazos) valoraremos mucho más su significado y no lo haremos como algo rutinario, sino que será con más sentido y necesidad que nunca. 


Los besos nos ayudan a estrechar lazos afectivos, por ello, no debemos perder esa bonita tradición.
~ ¿Has llenado ya tu cajita de besos? ~

domingo, 29 de marzo de 2020

Que el encierro no te encierre

Que el encierro no te encierre, que te haga más libre. Libre porque a pesar de no poder escoger todo lo que quieras, a pesar de no poder elegir salir, puedes elegir qué hacer a cada momento, cómo planificar tu rutina y disfrutar de lo que tienes a tu alrededor. Párate, piensa, reflexiona, valora lo que tienes y agradécelo disfrutando de cada uno de esos momentos. Ya sea con tus compañeros de piso o con tu propia compañía, nunca la soledad es algo malo si lo sabes gestionar, si sabes convivir contigo mismo y ser tu mejor compañero de vida.

Ocupa tu tiempo con cosas productivas para no tener la sensación de estar perdiéndolo. Nadie dice que sea algo fácil, pero ayuda planificar tu día y llenarlo de actividades y tareas interesantes que tú mismo eliges para no dejar espacio al aburrimiento, a la sensación de pesadez, de cansancio ni que el pesimismo se apodere de ti. En estas circunstancias donde el miedo y la incertidumbre ante el hecho de no saber qué pasará se encuentran a la vuelta de la esquina, se vuelve más importante aprender a mantener la calma para dejar esos pensamientos destructivos lo más lejos posible y centrarnos en lo que de verdad importa: nuestro bienestar. 

¿Y qué es el bienestar? Es estar bien en todos los aspectos, tanto que nos produzca un sentimiento de satisfacción y tranquilidad. Estar bien físicamente, tener nuestras necesidades básicas cubiertas. Sentirnos bien con nosotros mismos, crear una autoestima sana y un autoconcepto positivo con el que sentirnos seguros. Alcanzar la plenitud mental y emocional, saber gestionar nuestras emociones, expresarlas, analizarlas, ponerles nombre. Apartar la ansiedad y el estrés, no dejar que nos alcancen, superarlos y mantenerlos a raya. Estar en paz con uno mismo, dejar los problemas a un lado y no generar nuevos, acabar con las inquietudes negativas y eliminar los sentimientos de rencor o frustración que no nos dejan avanzar. 

Busca el equilibrio, recupera costumbres de antaño, piensa en qué te hacía sentir bien antes, qué te aportaba serenidad y seguro que ahora también te ayuda. Comunícate, que el aislamiento no te aísle de los demás, que no te falte el contacto social, hoy en día las tecnologías nos abren las puertas y ventanas, únete a ellas y que sean tu mejor aliado para expresar en la distancia. Recuerda que las condiciones son las que son y no las puedes cambiar, pero tu actitud y la forma de enfocar tu vida sí dependen de ti, solamente de ti.

Dicho esto, proponte pequeñas metas diarias a las que dar respuesta y que te aporten algo, que te hagan crecer, descubrir algo nuevo en ti y superarte a ti mismo. Encuentra tu talento, quizás aún no sabes que lo tienes porque por falta de tiempo no has podido experimentarlo. Ahora es el momento, ¿a qué esperas? Tenemos tiempo, el mundo se paró para que tú lo pudieras encontrar, así que deja las excusas, siéntete libre y elige que vida quieres vivir. Si buscas un cambio, no vas a tener mejor oportunidad que ésta. Es ahora o nunca.

Sentirse libre vale más | Desmotivaciones

"Sentirse libre vale más que la propia libertad"

martes, 17 de marzo de 2020

Todo irá bien

Todo saldrá bien. Aunque a veces pienses que no, enfócate en el sí y el optimismo brillará. En los peores momentos es cuando más necesitamos esa luz de esperanza, esa calma que nos diga que todo irá bien. Porque si piensas en cosas buenas, pasarán cosas buenas o, al menos, estarás más cerca de conseguirlo, ya que el pensamiento se vuelve acción y toda acción tiene sus consecuencias tanto dentro como fuera de ti.

Aprovecho hoy, día de San Patricio, para, a través de ese duendecillo de color verde, agarrarnos a la esperanza, ya que es lo que simboliza dicho color y, ¿por qué no? también a la suerte representada en forma de trébol. La suerte que tenemos de contar con una buena salud, que nos permite día a día hacer todo lo que se encuentre a nuestro alcance para cumplir, de esta manera, cada uno de nuestros sueños o metas más deseadas. La suerte de tener un techo, una casa en la que vivir, un hogar donde refugiarnos y pasar el tiempo, perdernos entre mil anécdotas por contar e infinitas historias por escribir. La suerte de contar con nuestros seres queridos (ahora tan cerca o lejos, por las circunstancias), pero que son nuestro mayor apoyo y sabemos que pase lo que pase, siempre estarán ahí.

La esperanza de que siempre después de la tormenta, sale el arcoiris y que un día más, es un día menos para verlo salir e impregnarnos de sus colores, esos que nos darán fuerza y vitalidad para seguir caminando, aún cuando todo parezca perdido.

Y tú, ¿de qué te sientes agradecido?, ¿Cuál es la suerte de tu vida?, ¿Cuál es tu mayor esperanza? 


Dibujemos arcoiris con los que llenar ventanas y almas de alegría, esperanza y vitalidad.

martes, 31 de diciembre de 2019

2019

Termina un año más, un año montaña rusa podríamos llamarlo. Un año en el que a pesar de tener baches y momentos en los que me he sentido profundamente decepcionada y hundida, ganan los recuerdos positivos por la importancia que conllevan y la marca tan profunda que dejaron en mi vida. Repaso, a continuación, el motivo por el que se convirtieron en memorables.

¿Cuál fue el momento más emocionante? ¡Mi primera interinidad! Cuando el sueño con el que soñé desde pequeña se cumple y se vuelve una realidad. A pesar de la inexperiencia, los miedos, las dudas, la incertidumbre... empecé a lo grande, con la fiesta de Carnaval y en un centro rural (algo que me daba un plus de motivación). La clase de mis cinco magos era bastante peculiar y, aunque duró poco, la experiencia de tener una clase con niños de todas las edades me ayudó a despejar ciertas dudas. Mi segunda experiencia fue más duradera y también más dura. Un mes con los mayores, con niños conflictivos, una líder que no me dejaba tocar nada de su profe... Conseguí modificar algunas rutinas y, con ellas, que niños que pasaban de todo, al sentir que no formaban parte de la clase, se pusieran las pilas y se superaran a sí mismos, un gran logro y algo que nunca olvidaré... ¡Qué importante es motivar a los pequeños! 

¿Cuál fue mi mayor logro? Ligado a la adjudicación de mi interinidad en un pueblo, llegó la mejor oportunidad (a la fuerza) de ser más independiente. A pesar de llevar varios años con el carnet de conducir, nunca me había aventurado a llevarlo yo sola, así que esa fue la oportunidad perfecta para comenzar una aventura única por partida doble. Superar mis miedos y temores, me dio más libertad a la par que una autonomía que me hizo más independiente.

¿Cuál ha sido mi rutina favorita? La misma que me impuse el año pasado y... ¡qué bien seguir manteniéndola! Poder hacer una mini escapada al pueblo cada fin de semana me da la vida, no sólo para desconectar sino porque también, así con la excusa, afianzo la relación con mi padre, al cual cada día admiro más y con los vecinos octogenarios, amigos de mi abuela. Es maravilloso ver cómo se alegran de verte y te cuentan sus anécdotas, ponen la misma ilusión que un niño y a mí me encanta escucharles. Además, cada paseo está cargado de recuerdos que me unen más si cabe a quiénes ya no están y algún día pisaron esa tierra.

¿Cual fue el momento más especial? El reencuentro con mis amig@s de la infancia. Volver a sentir que a pesar de que hayan pasado tantos años, la esencia del grupo que formamos en el cole aún perdura. Y es que llegó así, de repente, de la nada... A veces las mejores cosas de la vida llegan así, de manera inesperada y te empapan, te nutren y te enriquecen de una forma sobrehumana. En este caso fue una llamada con la que recuperar el contacto perdido y volverse de nuevo alguien imprescindible en mi vida. Gracias por estar y seguir ahí, gracias por querer formar la pequeña familia que somos y hacerme sentir que los reencuentros son la octava maravilla del mundo.

"El dolor de separarse no es nada comparado con la alegría de volverse a encontrar"

sábado, 31 de agosto de 2019

Resiliencia

"La resiliencia es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias adversas traumáticas, adaptándose a ellas positivamente. Es la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor en fuerza motora para superarse y salir fortalecido de ellas. Una persona resiliente comprende que es el arquitecto de su propia alegría y su propio destino." El término resiliencia proviene del latín y significa volver atrás, saltar y rebotar, lo que podemos asimilar e interiorizar como volver a comenzar.

En la vida, como en las oposiciones, nos enseñan a confiar en nosotros mismos, a creer en nuestras opciones, a sacar lo mejor de nosotros mismos y lo peor es que sí, nos creemos que podemos con todo, nos ilusionamos creyendo que este será nuestro año... en definitiva, nos sobra motivación. Confiamos tanto en nosotros que, cuando llega una decepción tan grande, cuando caemos en el pozo más profundo del fracaso, recordamos que nadie nos ha enseñado qué hacer ante este batacazo o cómo levantarnos después de caer tan estrepitosamente.

¿Cómo lo estoy llevando yo? La verdad es que me ha costado escribir esto, pero tras un tiempo sin hablar del tema, me pareció necesario compartir con vosotros una reflexión personal, con la que quizás os sintáis identificados. Yo lo he llevado al tema de las oposiciones, pero hay miles de motivos que nos hacen caer, piedras en el camino que se vuelven murallas, obstáculos que nos impiden seguir adelante y perder toda motivación. Me he basado en la resiliencia y he seguido algunos de los puntos que aparecen en la imagen con la que acompaño esta entrada. Os detallo, a continuación, cada uno de los apartados, profundizando un poco más en cada uno de ellos.

1. Las circunstancias nunca son perfectas, pero tu actitud sí: Esa misma actitud positiva que teníamos dentro antes de que el desastre ocurriera, es la misma que nos ayudará a sobrellevar este duelo al principio y con la que volveremos a ser fuertes en cuanto nos pongamos de nuevo en el camino de la lucha por alcanzar nuestros sueños.

2. Piensa en útil. Rumiar el pasado no lo cambia: Por mucho que le demos vueltas al asunto, rebusquemos entre los fallos que hemos podido cometer o tratemos de poner palabras con las que definir el debacle ocurrido, nada de eso cambiará la realidad. Ya es tarde y todo está hecho, por eso de nada sirve enfocarse en lo malo, en lo que hemos perdido, lo que nos hemos dejado atrás... sino que hay que pensar útilmente, buscando un aprendizaje de esos errores y un cambio con el que renovarnos para evitar repetirlos el futuro.

3. Busca soluciones. Somos cambio: Como acabamos de decir anteriormente, debemos reciclar nuestras ideas. Dentro de los errores seguro que tenemos una esencia que no necesitamos cambiar, pero sí que debemos analizar bien en qué punto hemos fallado y sobre todo cómo podemos mejorarlo, con qué toque original marcaremos la diferencia.

4. Aceptar. No es resignación, es dejar marchar: El dolor está ahí, puede que anclado en nuestro interior. Ante las decepciones tendemos a buscar culpables y cuando lo somos uno mismo, solemos machacarnos con gran resignación. Sin embargo, eso no ayuda a salir del bache, sino que sólo nos servirá para hundirnos un poquito más. Por eso, aunque suene contradictorio, lo mejor es dejar de pensar, desconectar, dejar la mente en blanco u ocuparla en otras cosas que nos distraigan y nos aparten de ese ovillo de tristeza y lamento. Sólo así dejaremos marchar todo ese tormento, las dudas, la decepción, la rabia, la impotencia... y aprenderemos a aceptar nuestro destino, el que nos ha tocado vivir y salir en búsqueda de nuevas metas por cumplir.

5. Asume tu responsabilidad: Da la cara, afronta el problema, busca una solución. Lo fácil es abandonar, salir corriendo, huir... cortar el problema de raíz y olvidar. Puede que un principio es lo que queramos y necesitemos y tampoco está mal hacerlo, siempre y cuando tras un tiempo determinado sepamos volver a encauzar el camino. Y al volver mirar bien todo lo que podemos cambiar y renovar desde un nuevo punto de vista.

6. Es temporal. No es para toda la vida: Y menos mal porque si no, ¿qué sería de nosotros? Es algo que en el momento impacta, sobre todo si no se espera y se recibe de repente. Del shock del principio pasamos a comprender que es algo temporal que nos toca vivir, pero que la vida sigue no se acaba ahí y afuera hay miles de oportunidades nuevas esperándonos y por las que merece la pena volver a dar el máximo, aunque parezca que es el fin del mundo.

7. No siempre se recoge lo que se siembra: Y si no que se lo digan a nuestros mayores, esos que han trabajado en el campo toda la vida. Los que han sembrado y sufrido contratiempos atmosféricos como inviernos fríos, tormentas y días de sequía que han empeorado sus cosechas y que, a pesar de sus esfuerzos y cuidados, no han podido ser recogidas como esperaban o merecían. Ponemos toda la ilusión, motivación y entrega, apostamos fuerte por nuestros sueños y, quién sabe si por azar, por causas o circunstancias externas que no dependen de nosotros o factores que sí, nos quedamos en el camino. 

8. La vida tiene una parte injusta... cuenta con ella: Tenemos que ser conscientes de que igual que existe el éxito, existe el fracaso y pasar por ello nos ayudará a volver más fuertes, con un crecimiento personal. Aunque tendamos a pensar en positivo, también hay que estar preparado si llegan las tormentas, pero no hay que quedarse viviendo en ellas.


"El mundo rompe a todos y, después, algunos son fuertes en lugares rotos"
Y tú, ¿eres resiliente?

viernes, 8 de marzo de 2019

Educar en igualdad

8 de marzo, día de la mujer. Día para reivindicar que no somos inferiores, que somos iguales y tenemos los mismos derechos. Feminista no es aquella mujer que se cree superior al hombre, esa creencia es errónea. Lo que se busca es promover la igualdad, que ni el hombre ni la mujer sea mejor o esté por encima del otro, sino que todos seamos iguales, libres y el miedo o la vergüenza de sentirse inferior deje de existir. Quiero aprovechar este día para compartir un hecho que viví ayer en primera persona y que fue la gota que colmó el vaso para decidirme a sacar a la luz esta entrada.

Precisamente ayer, en mi clase de infantil, sufrí un episodio bastante desagradable. Un niño se pasó todo el día desobedeciendo y riéndose de todo lo que yo le decía. Le pregunté que de qué se reía y me respondió, entre risas, que de mí. Y le volví a preguntar que qué era lo que le hacía gracia de mí y me dijo que no sabía. No sabía... pero lo hacía. Seguidamente, tuvo otro incidente con la única compañera de clase, también se reía de ella e intentó humillarla con comentarios hirientes, a lo que ella respondió con un empujón. Ante ese hecho decidí sentarnos todos juntos para hablar y le volví a preguntar al niño en cuestión por qué se comportaba así, por qué se reía de su compañera y también de mí. Su respuesta fueron carcajadas y un claro y tajante "jamás te lo contaré". ¿Lo peor? El amigo que le reía las gracias. Entonces les pregunté si del profesor al que estoy sustituyendo también se ríe así. Y fue entonces cuando confesó: "No, de él no porque es un chico, pero tú eres una chica y no me gustan las chicas". Intrigada a la par que asombrada con semejante respuesta, proseguí: "Entonces, de mamá y de la abuela también te ríes y tampoco te gustan porque también son chicas". En ese momento, antes de que pudiera responder, saltó el amigo defendiendo que "mamá y la abuela no son iguales que las profesoras". Tras mi: "¿cómo que no?, ¿por qué no?" comenzó el debate. Por suerte, otros compañeros sí defendieron que las chicas son iguales que los chicos porque todos somos personas y que las profesoras son igual de importantes que los profesores y hay que respetarlos. 

A la salida, le comenté a otra compañera lo ocurrido y juntas con el niño, fuimos a hablar con el padre, que había venido a buscarlo (normalmente solía venir la abuela, pero esta vez vino él). El niño no fue capaz de contarle lo ocurrido, se sentía realmente avergonzado porque se puso totalmente colorado, pero así como fue tan valiente para reírse a carcajadas, no obtuvo esa valentía para sincerarse. Cuando el padre se enteró, se enfadó muchísimo y le ordenó que me pidiera perdón, un perdón que nunca llegó porque, a pesar de todo, él no se arrepentía, sus pensamientos y creencias no habían cambiado por un castigo.

Es inconcebible que con sólo 4 años un niño pueda tener pensamientos tan férreos y negativos que le lleven a actuar de esa forma tan lamentable y decepcionante. ¿Cómo un niño llega a ver normal reírse de su profesora o meterse con su compañera sólo por ser chicas? Me quedo con los comentarios positivos de otros alumnos, eso me demuestra que aún queda esperanza en soñar y luchar por un mundo mejor y, por supuesto, que es necesaria una educación basada en la igualdad.

También me quedo con la actitud del padre, que enseguida le puso el mismo ejemplo sobre la madre y  la abuela que yo antes le había nombrado. Hoy no podrá jugar en el patio porque está castigado, pero los castigos no le harán cambiar su forma de pensar. Hay que bucear más allá. Es imprescindible que no sólo desde la escuela, sino también en casa eduquemos a los pequeños en la igualdad de oportunidades y el respeto a las diferencias, pero sobre todo que nosotros inculquemos el ejemplo positivo y seamos modelos en los que reflejarse para que adopten actitudes, conductas y comportamientos feministas.


Aún queda mucho por hacer, pero nada es imposible. Poco a poco, entre todos, podemos contribuir a ese cambio de mentalidad. Y tú, padre, madre, abuela, tío, hermana, primo, maestra, monitor, maestro... ¿educas en igualdad?

jueves, 7 de febrero de 2019

Sensibilidad no es sinónimo de debilidad

A menudo, cuando vemos a alguien llorar, lo identificamos como símbolo de debilidad. Tal vez inconscientemente lo pensamos, puesto que siempre nos han inculcado que se llora en privado porque en público está mal visto.

¿Por qué no se puede llorar en público?, ¿por qué si lo haces eres menos capaz o vales menos? Parece que estamos hablando de un tópico o de cosas que pasaban antes y que ahora ya no. Pero no más lejos de la realidad, por suerte o por desgracia, es algo con lo que me ha tocado lidiar y por lo que se me ha juzgado hasta el punto de alejarme de aquella meta que más deseaba alcanzar. Sinceramente, yo no pienso que llorar sea mostrar debilidad, al contrario, con ello muestro humanidad, algo que tristemente se está perdiendo. Parece que hoy en día solo importa aparentar lo bonita y maravillosa que es nuestra vida, con el famoso y archiconocido "postureo" y que si tú un día, por lo que sea, muestras tus sentimientos, eso ya te debilita, ya es falta de carácter y te hace ser menos que el resto.

Sin embargo, está comprobado que llorar es sano, es bueno para tu salud física y psicológica, ¿sabéis la cantidad de beneficios que tiene?

  • Es la mejor terapia contra el estrés, la ansiedad y la angustia. Nos ayuda a desahogarnos, a sacarlo todo, a vaciarnos de la rabia, del rencor, de la frustración... Tienen un efecto calmante.
  • Alivia el dolor, mejora el humor y el sueño. Hay veces en las que tras llorar, empezamos a reír. Estos cambios tan bruscos y directos nos ayudan a paliar nuestro malestar, debido a que el llano ha provocado una sensación tan relajante que afecta a nuestro estado de ánimo, impulsándolo por medio de una sonrisa o facilitando la concepción del sueño, por ejemplo.
  • Nos ayuda a deshacernos de las bacterias y mantener nuestros ojos limpios. Digamos que es... ¿como cuándo limpias el parabrisas del coche? En cierto modo es así, limpias o quitas los restos de algo que "no te deja ver con claridad".
  • Nos permite conocernos mejor, descubrir cuáles son nuestras debilidades o vulnerabilidades, cuándo y cuánto necesitamos el apoyo de otras personas, en qué medida nos afecta a otras actividades cotidianas... y eso, en ningún caso, es algo negativo, por más que tratemos de ocultarlo y eliminarlo de nuestro pensamiento.

Entonces, ¿por qué es tan malo llorar en público? Igual que si te apetece reir, te ríes; si quieres un abrazo, lo pides y te lo dan o eres tú quien tiene la iniciativa de buscarlo y darlo, incluso si tienes rabia gritas o muestras cualquier manifestación de rechazo públicamente.

Cuando lloras demuestras que eres humano, que no somos robots fríos y sin sentimientos ni nacimos para ser perfectos. Quizás si lloro es porque algo más fuerte que yo está pasando en mi interior y me sobrepasa hasta el punto de que no logro sacarlo de otra manera. Quizás nadie se pare a pensar que si lloro es porque no estoy bien y me canso de fingir o aparentar normalidad. ¿Somos personas o estatuas de piedra? Es una necesidad como otra cualquiera. Basta ya de tener que escondernos si queremos llorar. Unas personas son más sensibles que otras y nos afectan las cosas en diferente medida, en mayor o menor grado, pero eso no te da derecho a ti, insensible, de catalogar o etiquetar a alguien, de hacerlo inferior o poner en tela de juicio su integridad y su capacidad para desempeñar un trabajo tan cercano como la educación. 

Precisamente si queremos educar en valores que nos ayuden a crecer, a tener en cuenta al otro y convivir en una sociedad en la que todos y cada uno de nosotros nos sintamos respetados y valorados por lo que somos, debemos comprender que las lágrimas (ya sean de emoción, desesperación o tristeza) son una prueba de la empatía que siente quien las derrama.

¿Por qué nos han educado con la idea de que llorar en público es malo y que "esas cosas" es mejor hacerlas en privado, en soledad o con tu gente más cercana a solas? Ojalá cambiáramos la forma de pensar, de expresarnos y de actuar, sirviéndonos nosotros mismos de ejemplo, evitando atacar, aceptando y creando la oportunidad de enriquecernos con estas pequeñas cosas. A mí, desde mi experiencia, me costó un mundo llegar a entender que ser sensible no es un defecto ni algo que esconder o de lo que avergonzarse, sino una virtud. Gracias a las personas que me abrieron los ojos y compartieron su filosofía de vida.

"Las personas que más lloran son emocionalmente las más fuertes"