martes, 31 de diciembre de 2024

Valores

Cerramos un año más, este marcado para mí especialmente por varios sucesos, a destacar uno positivo (un sueño hecho realidad) y otro negativo, que sin quererlo ni beberlo me salpicó de lleno. Un sentimiento de injusticia que me recorre desde el primer día que ocurrió y que a día de hoy me sigue removiendo por dentro. Sé que no depende de mí, que yo lo hice lo mejor que pude y con eso me tengo que quedar. Solo yo sé qué fue verdad (y otros testigos, a los que tampoco se preguntó). A pesar de que ese hecho debería quedar en el pasado, es difícil digerir esa falta de ética de la que tanto alardean poseer.... Nunca se debería poner en duda la profesionalidad de alguien por un saco de mentiras, sin tan siquiera contrastar la información recibida y, en su lugar, emplearlo como abuso de poder para tratar de hundir a una persona. Esos hechos hablan más de quién los hace que de quién los recibe y, a día de hoy, tengo muy claro lo que hay. Podría buscar millones de razones por las que se actuó así, pero solo resultaría una pérdida de tiempo.

Y como siempre hay que tratar de aprender algo, todo ello me lleva a reflexionar sobre lo grave que es la falta de valores, especialmente en los niños, que son los ciudadanos del futuro. De igual modo, valorar la importancia que tiene ser conscientes, así como saber qué y cómo se educa en valores democráticos adecuados a las demandas de nuestra sociedad. 

¿Por qué es importante la educación en valores? 

Nos hace más humanos, sobre todo al tratar con los demás y es esencial para el desarrollo social, nuestra relación con los otros. La falta de valores nos aleja de los demás, nos convierte en personas egoístas que no tienen consideración por el resto y dificulta las relaciones sociales, así como la convivencia. Por tanto, nos afectan en el día a día, a la hora de realizar cualquier actividad acompañados, al impedir que la socialización se dé de una manera sana. 

Además, los valores nos ayudan en nuestro crecimiento personal. Favorecen nuestra forma de pensar y de actuar, haciéndonos más críticos y con una opinión propia. Gracias a ellos, aprendemos a valorar qué es importante, qué queremos para nuestro futuro, hacia dónde dirigir nuestras vidas y qué tipo de sociedad crear.

¿Cómo se adquieren?

-De forma inconsciente: Aprendiendo del ejemplo que nos dan nuestras personas de referencia, ya sea en el núcleo familiar, como en la escuela o la sociedad: Repitiendo las actuaciones que se toman como ejemplos previamente observados. Es en la infancia cuando van formando su personalidad e integran distintos valores y comportamientos que asumen como correcto basados en su experiencia, por lo que la familia ejerce como modelo a imitar. De ellos aprenden principalmente tanto los valores positivos como los negativos.

-Trabajando de forma consciente a nivel individual cada uno de ellos: Se puede hacer desde la infancia, a través de contextos como la escuela y lo ideal es combinarlo con el aprendizaje en el hogar. Existen diversas herramientas como cuentos, técnicas de resolución de conflictos o juegos de rol a través de los que aprender e interiorizar cada valor. Todos ellos nos ayudarán a conocer, descubrir y sentir en primera persona cómo es cada uno, así como plantearnos con cuál nos identificamos y cuáles queremos desechar o mantener alejados.

Si queremos crear una sociedad democrática, no debemos olvidar las pautas morales, saber distinguir entre los valores que nos aportan, con los que nos sentimos identificados y los que no queremos que formen parte de nosotros por su efecto adverso.

Algunos valores positivos son:

-Honestidad, sinceridad: Decir la verdad, sin importar las consecuencias que ese hecho tenga. Ser sinceros es importante para no perder la confianza con los demás, pero sobre todo con uno mismo.

-Respeto, tolerancia: Aceptar las diferencias de los otros como algo natural, nos ayuda a vivir en paz. 

-Responsabilidad: Nos permite sentirnos satisfechos del trabajo bien hecho y nos ayuda a tener el control de nuestras vidas.

-Empatía, solidaridad y cooperación: Hay una máxima que es "trata a los demás como te gustaría que hicieran contigo", por eso, resulta crucial saber ponerse en el lugar de los otros y actuar tal y como nos gustaría que se comportaran con nosotros. También debemos mostrarnos voluntariosos y ayudar al otro siempre que podamos, sin excusas y desde el corazón.

Por otro lado encontramos los valores negativos, conocidos también como antivalores por ser lo opuesto a los valores positivos. 

-Egoísmo: Pensar solo en uno mismo, sin tener en cuenta a los demás. 

-Envidia: Desear lo que tienen otras personas, de una forma irracional, perdiendo el sentido. Nos puede producir pensamientos obsesivos contra alguien y tener conductas agresivas contra la persona que envidiamos y con uno mismo. 

-Hipocresía: Pensar de un modo y actuar de manera opuesta, con la intención de contentar a otro o simplemente por inseguridad deciden esconder la verdad. 

-Deshonestidad, engaño y manipulación: No ser sinceros, actuar por un interés propio, aprovecharse de los demás mediante engaños y manipulación, controlando quedar como víctimas y, así, conseguir lo que queremos, obtener nuestro propósito o tener la razón. 

Actuar de este modo es peligroso, por ello resulta necesario que ante un problema o una acusación, se busquen más puntos de vista. Quedarnos con tan solo una opinión, no nos ayudará a resolver el dilema, por mucho que confiemos en la palabra de esa persona. Reaccionar de esta forma será un gesto abusivo e injusto con la otra parte, al no darle ni la oportunidad de expresar su versión de los hechos. 

Hay valores que son tan importantes que quedan intrínsecos en la persona y pasan a convertirse en principios, a través de los cuales formamos nuestra identidad. Cada uno tiene los suyos, algunos van cambiando con el paso del tiempo, al igual que se transforman las prioridades y que rigen nuestra vida, marcando nuestras experiencias y nuestros puntos de actuación.


"Tus valores definen quién eres realmente. Tu identidad es la suma total de tus valores"

miércoles, 25 de diciembre de 2024

Adviento 2024

Un año más, he creado mi propio calendario de adviento con un reflexión diaria. Aquí está el resultado:

Día 1. Que hoy, todo lo malo, te resbaleHay días en los que no estamos para aguantar lo negativo, por eso, es bueno no tomarlo en cuenta y centrarnos en lo que realmente nos importa y nos aporta de manera positiva.

Día 2. Ante las adversidades, hay que mantenerse en pie: A pesar de que en los momentos difíciles lo que más nos apetezca sea dejarnos caer (y podemos hacerlo, de hecho, aunque de manera momentánea no definitiva), hay que buscar en nuestro interior esa fortaleza o el impulso que nos ayuda a seguir.

Día 3. Solos no podemos con todo, mejor contar con un buen apoyo: Aunque pensemos que sí, que somos fuertes, que podemos solos... al final nos acaba consumiendo. Por eso es importante delegar y dejarnos ayudar, con un buen apoyo todo es más llevadero. 

Día 4. Siéntete libre, que nada te detenga: Las oportunidades las creas tú y, por ello, no hay nada que no puedas intentar. Hazlo libremente y no te quedes con las ganas.

Día 5. Lo mejor de la felicidad es compartirla: Porque lo bueno se multiplica y más si lo compartimos con las personas que quieren lo mejor para nosotros y se alegran de nuestros logros.

Día 6. El entusiasmo por dar un regalo, supera la ilusión de recibirlo: No es sólo dar el regalo, es todo el proceso que se esconde detrás: la planificación, la elaboración, la puesta a punto... Todo ello hace que el momento de la entrega sea especial.

Día 7. Ten al lado siempre una mano amiga: Esa mano que nos ayuda y nos sostiene cuando no podemos más, la que nos guía cuando nos sentimos perdidos. Que no nos falte nunca.

Día 8. La suerte no se persigue, ella decide cuándo aparecer: No podemos esperar a que la suerte actúe por nosotros, aunque dependamos de ella en cierta medida, es nuestro esfuerzo el que nos conduce a lograr las metas propuestas.

Día 9. Siempre hay que creer, no pierdas la esperanza: Aunque sientas que no hay salida, que no puedes más...Siempre hay una mínima esperanza a la que aferrarnos.

Día 10. A la gente buena, le pasan cosas buenas: Por eso es importante que no cambies y que sigas siendo tú, a pesar de todo.

Día 11. Las diferencias nos enriquecen: No hay nada que aporte más que convivir con personas diferentes a nosotros. Todo lo que nos enseñan nos ayuda a ampliar nuestra perspectiva y ver la realidad de una manera diferente, centrarnos en cosas a las que quizás antes no dábamos importancia.

Día 12. Cada paso que des, es una nueva oportunidad. Confía: Siempre hacia adelante, a donde nos lleve el camino.

Día 13. Congela tus pensamientos catastróficos: Sobre todo si nos invaden como una avalancha. Necesitamos saber pararlos o dosificarlos para poder eliminarlos.

Día 14. Mejor cargar con experiencias positivas que con remordimientos: Dejar a un lado los "y si...", el arrepentimiento de algo que no hicimos, para agradecer lo vivido. 

Día 15. Retira los adornos de tu vida, que solo quede lo esencial: Lo que eres tú, ni más ni menos. Quiérete tal y como eres, sin tratar de aparentar lo que no eres.

Día 16. Quién tiene un amigo, tiene un tesoro: Y se debe regar a diario esa amistad para conservarla en las mejores condiciones.

Día 17. Como el acebo, resiste ante las adversidades: Hazte fuerte y persevera.

Día 18. Haz de tu hogar un refugio al que siempre volver: Nuestro lugar seguro, nuestra zona de confort... Esa de la que nos invitan a salir, pero que también se debe valorar y volver siempre que lo necesitemos. Sólo ahí recargaremos nuestra energía para volver más fuertes.

Día 19. Protege tus pensamientos, sé fiel a tus principios: Que nada ni nadie te diga qué pensar, qué creer, cómo actuar. Solo tú decides cómo hacerlo.

Día 20. No creas todo lo que escuches, confírmalo con hechos: No caigas en el juego de creer ciegamente todo lo que oyes, ya sea bueno o malo, siempre es mejor comprobarlo de primera mano.

Día 21. Ten presentes a tus referentes y cuídalos como se merecen: En la actualidad están muy de moda los llamados 'influencers', pero ¿sabéis cuáles son nuestros principales referentes a seguir? familiares que, por un motivo u otro, nos han dejado huella y la necesidad de seguir sus pasos. Por tanto, hay que cuidarlos y exprimir nuestro tiempo con ellos al máximo, ya que vivimos en una constante cuenta atrás.

Día 22. Aprender a soltar es necesario: No podemos con todo y, a veces, la carga se hace muy pesada, tanto que nos desequilibra y dejamos de ser nosotros mismos. Por eso, hay que aprender a liberarnos del exceso de carga.

Día 23. Pide un deseo y pon todo de tu parte para poder cumplirlo: Si no actúas, no podrá cumplirse. Se necesita de un esfuerzo personal, aunque eso tampoco nos garantiza alcanzarlo, pero al menos nos acercará.

Día 24. No sólo en Navidad, lucha por tu felicidad: Parece que solo en la época navideña pensamos en ser felices, pero no debe ser así. La felicidad está para nosotros los 365 días del año y hay que tratar de hacerse con ella en mayor o menor medida.

Día 25. Un día sin reír, es un día perdido: Y la risa es contagiosa así que, ¿necesitas algún motivo más para hacerlo? 


Y recuerda: "Es de bien nacido ser agradecido"

domingo, 8 de diciembre de 2024

Expectativas

 "Si no quieres decepciones, no te hagas ilusiones" 

Qué fácil es decirlo y, a la vez, qué difícil cumplirlo... ¿verdad?. Muchas veces tendemos a idealizar situaciones o personas, la mayoría de ocasiones basadas en nuestras experiencias previas. Otras veces son nuestras propias ilusiones y esperanzas puestas en que algo que, tras mucho tiempo persiguiendo, deseamos que finalmente funcione. Sea cual sea el motivo, siempre que empezamos algo nuevo, es inevitable crearnos expectativas, ¿por qué lo hacemos?

-Inseguridad, miedo a lo desconocido. Tendemos a idealizar según los patrones de lo conocido para hacer de ello un entorno seguro. De esta manera, hacemos conexiones con una experiencia pasada similar a la que vivimos en ese momento y con la expectativa nos autoconvencemos de poder afrontarlo de igual manera.

-Fuente de motivación: Nos permite prepararnos para un posible futuro, otorgándonos herramientas y estrategias que poner en práctica en una realidad simulada. No dejando, de este modo, lugar a la improvisación y aportando un extra de motivación y decisión por avanzar.

-Objetivos marcados: Ligado a lo anterior, encontramos objetivos por cumplir. En este caso, utilizamos expectativas vistas como ilusiones, esas que nos empujan a buscar lograr nuestras metas futuras. Nos mantienen activos, llenos de energía, con ganas de conocer, descubrir y experimentar algo nuevo. Este enfoque es positivo, ya que en la vida se necesita de la ilusión y emoción que nos proporcionan estas expectativas, aunque es importante que sean siempre objetivos realistas.

¿Qué entendemos por expectativas? Son las ideas que una persona tiene con respecto a algo que podría ocurrir. No es un hecho certero, sino una suposición. Un futuro incierto que podría ser o no acertado. A través de ellas, anticipamos posibles escenarios. Normalmente idealizamos en positivo y, como todo, llevado al extremo, puede ser perjudicial. Curiosamente, la mayoría de veces creemos firmemente en nuestra suposición, tanto que hasta llegamos a interiorizar que sea una verdad absoluta, en lugar de una suposición. Llegamos a un punto en el que no distinguimos realidad de fantasía. Nos encargamos de alimentar esa idealización y no caemos en la posibilidad de que no sea cierto. Jugamos con nuestra mente llevándola al límite y eso nos hace caer en picado en el momento que no se cumple.

Y es que cuanto más idealizada está la situación, más alejada de la realidad actual, mayor es el sufrimiento y la decepción. Por ello, es fundamental no perder el norte, no dejar que nuestras expectativas e ilusiones sean más altas que el momento que estamos viviendo. No podemos depender de ellas, ya que de esta forma no disfrutaremos de lo que tenemos alrededor y nos perderemos muchas cosas importantes por vivir en las nubes. Nuestra vida es nuestra y debemos controlarla nosotros. 

Cuando nos formamos unas altas expectativas, tendemos a imaginar la situación tal y como nosotros actuaríamos y, por eso, esperamos que el otro actúe tal y como debería hacerlo, desde nuestro punto de vista. Por ese motivo, nos encerramos en solo una posibilidad de actuación por parte del otro, cuando en verdad son múltiples las alternativas que existen para afrontar una misma situación. Y ¿qué pasa cuándo no se da eso que esperábamos? Que llegan las frustraciones y, con ellas, las desilusiones. ¿Cómo evitar formar expectativas de todo? Viviendo el presente, conectando con nuestra situación real, tratando de evitar suposiciones sin fundamento.

"Las apariencias no engañan, las que engañan son las expectativas"